martes, 17 de enero de 2017

Crónica de mi bautismo de ultraligero

Crónica de mi bautismo de ultraligero: el domingo, por los aires  Ya se sabe… “el viento es aire en movimiento” y darse un paseo celestial en ultraligero también es andar (entre comillas) por los aires. Pero más aún. Mi amigo Juanjo, compañero de la Fundación Alaine, Alaine vuelve a regalarme momentos únicos, me deparó una apasionante experiencia en eso de la aeronáutica, algo más que dar el paseo. Quedamos a temprana hora para dirigirnos al campo de vuelo Loring, en la zona del Molar, carretera nacional 1 donde tienen su sede un grupo de pilotos de este sistema de navegación. Se trataba, por un lado, de asistir a un taller, impartido por Alfredo, piloto veterano de línea y controlador aéreo, acerca de la seguridad y las comunicaciones y, por otro, disfrutar de la convivencia con una estupenda comida. El día, como decían, estaba “guarrete”, tanto como para que apenas si algún atrevido se le ocurriera aparecer, como es habitual, en su ultraligero. Luego me enteraría, al llegar a casa, del accidente mortal de avioneta en Casarrubios, otro campo de vuelo. En fin, que ya que estaba allí, Juanjo hizo lo posible, dentro de la debida precaución y normas que rigen la cosa, para que pudiera montarme en su Tecnam P-96 de fabricación italiana y 400 kgs de peso, de ala baja a última hora de la tarde, cuando el viento amaina pero con tiempo suficiente para que no se nos hiciera de noche, que no les está permitido volar sin luz diurna. La jornada fue genial. Aprender un poco de ese mundillo, reírme con anécdotas que contaban sobre aterrizajes forzosos y menos forzosos, términos propios como los vectores o flaps o compensadores. Y los distintos tipos o modelos, como el llamado Colchón doblado, el pendular, el de ala alta o baja. El de Juanjo es de ala baja, es decir, que para montarse ha de hacerse por encima del ala. Eso también tuvo su gracia: poner el pie en el estribo, auparme al ala y meterme en la cabina para sentarme con la distancia justa para llegar a los pedales y coger la palanca. Es que es de los que tienen doble mando. No estaba el tiempo para que yo lo manejara, pero todo se andará… Conocí a algunos de los que se autodenominan “aerotrastornados” jejejejje, su sencillez y calidez. Me acogieron como a uno más y, encima, me vine de regalo con un libro supercurioso, Aviones bizarros de Alejandro Polanco y José Manuel Gil, JM, que me lo dedicó y que ya he solicitado me lo adapten en la ONCE, un libro que recoge la historia e historias de los más curiosos artefactos para volar y la osadía de personajes como el Ícaro español, Diego Marín Aguilera. Total, que el día iba pasando. El viento no amainaba. Ya me veía sin bautismo de vuelo. Juanjo me enseñó su avión y otros que por allí había, dejándome tocar todos sus componentes y explicándome la estructura, desde el morro con la hélice, de dos o tres palas, hasta la cola, con su timón. Unos y otros fueron marchándose hasta quedar Fernando, y Juanjo, socios que llevan Loring y yo.Pero sí, sí que volé jejejje. Hubo primero que calentar el avión, durante 10 minutos y luego subir a él y colocarme, algo que tuvo su miga. Pero una vez bien sentado y asegurado con los cinturones, y los cascos para comunicarnos,  nos pusimos en marcha para despegar por la pista hasta elevarnos a 300 ms de altura y una velocidad de 240 kms, eso sí con aire de 60 kms por hora lo cual desaconsejaba hacer muchas florituras, pero fue genial. Pude percibir, con el culo, como ellos dicen, todas las sensaciones, unas más moviditas que otras, giros, subidas, bajadas, baches, la bravura del viento al acercarnos a la sierra de la Cabrera… En fin, que no pude por menos de acordarme de mi lamentable actuación en la montaña rusa de Copenhague y cómo esta vez sí disfruté pese  a lo movidito del garbeo. Incluso el aterrizaje fue estupendo. Claro que volar con un tío que lleva 25 años haciéndolo es toda una garantía de comodidad y seguridad. Me aguarda aún, de su mano, hacerme un selfie en el aire, ir más lejos y acariciar yo la palanca para comprobar cómo, otra vez más, esto de volar es  tan delicado como ha de tratarse a las mujeres jejejejje. Y no olvidaré tampoco a personajes que ese día conocí, de la talla de Laty, simpática marroquí que parece ser da los masajes como nadie y que quiso que le cogiera las manos; Paco, que pronunciar su nombre verdadero nadie hace, y que fue piloto en las fuerzas armadas iraquíes, un auténtico crac; o Pol, piloto de acrobacias polaco. Sin olvidar a JM que estuvo pendiente de mí para que no me faltara de nada y que nos dio clases magistrales de ingeniería aeronáutica. En fin, que si el sábado recibí un regalo de Reyes estupendo, el domingo no quedó a la zaga. Además, jejejje, sin novatadas, que para eso Juanjo es un tío cabal. Otra experiencia más, otra batallita más que contar y recordar. Qué cosas, que un cacharro que se mueve con la mano para girarlo sea capaz de llevarte por los aires, aunque sea en domingo.

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