jueves, 28 de mayo de 2015

Ojos



Buena noche de jueves:
Como corresponde, aquí mi nuevo esbozo poético. Con cariño.
Un abrazo.

Ojos

Ojos querría tener
Para en los tuyos ciego quedarme
Por tu mirada poseer.

Ojos velados son los míos
Que guarecidos en tus luminosos luceros
Son horizontes verdaderos.

Ojos de mi negra noche
Preñados de las estrellas de tu fuego
Son a mí, fugaz derroche.

Ojos, que yo quisiera ver  
La aurora y el querer,
La plenitud de tu ser.

Ojos míos, ciegos
Que nunca verán tu mirada de luz,
Ojos sin cura ni remedios.

Ojos tristes los míos
Que, errantes, se perdieron
Al jugar la partida de tus desvaríos.

Ojos ciegos, ojos tristes;
Mirada vacía como lanza oxidada,
Visión de mi corazón que sí siente.

Corazón que ve lo bello en ti.
Que es ojos y mirada
Para contemplar tu desnudo sí.





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lunes, 25 de mayo de 2015

"Las mujeres de La Principal" de Lluis Llach

Lunes de Libros
Buena tarde, como cada semana aquí comparto mi nueva recomendación literaria.
Se trata de "Las mujeres de la Principal" de Lluis Llach, editada en 2014 por Seix Barral y con una exstensión de 368 páginas.
Si en "Memoria de unos ojos pintados" conocíamos la historia de cuatro amigos que crecieron en los años veinte en la Barceloneta y que quedaron marcados por la Guerra Civil, en "Las mujeres de la Principal" nos ofrecerá una historia detectivesca en el escenario de la Cataluña interior durante los años del franquismo.
 Las mujeres de la Principal son Maria Roderich, Maria Magí y Maria Costa, tres mujeres de tres generaciones que, a lo largo de casi un siglo, han regentado la Principal, la casa más importante del pueblecito de Pous, en el corazón de la comarca vinatera de la Abadia. Ellas tres, abuela, madre e hija, han hecho prosperar las viñas, después del desastre de la filoxera, emprendiendo una serie de transformaciones que consolidarán el negocio del vino.
 Pero en la historia de la Principal hay una parte oscura: el asesinato de un hombre que había sido el capataz, el 18 de julio de 1936. Pasada la guerra, un inspector de policía decidido a resolver el caso emprende una investigación que le llevará a descubrir los secretos de la familia y una red hecha con los nudos del temperamento, la pasión y el poder. Úrsula, la vieja mayordoma de la casa, y Lorenzo, el joven capataz, serán mucho más que simples testimonios de ese hecho; con ellos se entrelazan el pasado y el futuro de la historia narrada en la novela.

Lluís Llach (Girona, 1948) cerró 2007 con cuarenta años de carrera artística que lo han llevado a actuar en todo el mundo y conseguir éxitos discográficos sin precedentes en la canción catalana. Debutó como novelista de manera sorprendente, con Memoria de unos ojos pintados.
  
A continuación puedes reproducir una entrevista y su booktrailer:

https://www.youtube.com/watch?v=ArSipiw3JAw

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domingo, 24 de mayo de 2015

Una pasajera



Buena noche de domingo.
Aquí mi nuevo cuento de la Vieja Dama
Un abrazo y feliz semana.

Una pasajera

Por la estación madrileña de Atocha deambulan innumerables pasajeros y acompañantes. Son seres anónimos que transitan por sus instalaciones, que vienen y van, tristes abrazos de despedida y gozosas muestras de bienvenida, y reencuentro. Tienas, cafeterías, proyectos o fracasos.
Da igual que a ese lugar o a otros como ése, lleguen trenes, autobuses o aviones. Siempre es lo mismo: gente de paso, profesionales que trabajan en ellas y gente, mucha gente que va y viene.
En este marco tan común pero tan señero para la capital nos encontramos con una pasajera anodina. Nadie parece fijarse en ella, al fin y al cabo nadie la conoce. Por qué habría de llamarnos la atención. Está sentada en un banco junto al jardín botánico que se inauguró cuando la Expo de 1992, en aquellos fastos del ventenario y la inauguración de la alta velocidad.
Pero si nos fijáramos, veríamos que mira atenta, como si tomara nota en un ordenador o en un cuaderno. ¿En qué se fijará? ¿Para qué lo hará? ¿Quién será?
No parece tener prisa, no parece que vaya a viajar a ninguna parte. Tal vez sea alguien desocupada que entretiene sus interminables horas en un lugar como ése, una especie de universo multicolor y variopinto.
A su lado se sienta un viejo triste. Otro, tal vez como ella, desocupado y solitario aunque, en su caso, no mire si no al suelo con la mirada perdida, vaga, hudiza.
-Se está bien aquí. ¿Viene mucho? Yo suelo pasar aquí mis buenos ratos, sobre todo en invierno. Al menos se está caliente.
La mujer no contesta. Sigue escudriñando rostros y amagando con apuntarlos en ese ficticio ordenador.
El hombre sigue hablando solo. No le importa que la otra no le responda. Tanto le da.
Al fin la mujer le mira.
-¿Querría morirse?
-Bueno, hija. A mí ya todo me da igual. Se me murieron los míos. Sólo quedo yo de aquéllos a quienes quise. Mi Esther, mi Carlos y mi Rocío, los amigos. Todos fueron muriendo.
-¿Querrías venirte conmigo?
-Contigo? ¿Adónde? En la residencia no me tratan mal. Las chicas son cariñosas.
-Adonde alguien te espera.
-¿Esperarme a mí? Nadie me espera aparte en la residencia.
-Anda, vámonos. Dame la mano. Es hora ya.
Los dos se levantan sin prisa. Se dirigen hacia una de las salidas de la estación mezclados entre otros muchos, pero en cambio de los que, como ellos salen, no llevan equipaje alguno.
Se pierden en el ocaso del ruido y las prisas.
¿Sabéis algo de Saturnino? Es raro que no haya llegado ya.
-Don Antonio. El residente de la 208, Saturnino Cerezo no llegó anoche a la hora de la cena ni tampoco lo ha hecho aún. No sabemos qué hacer. ¿Llamamos a la policía?
-Déjeme que mire en el ordenador a ver si encuentro algo en el registro de hospitalizados. Ajá… aquí está.
-¡Murió anoche en la estación de Atocha! Pobre hombre. Era muy educado y formal. Le tenía cariño.
-Ya, Susana. Sé que siempre acabas cogiéndoles cariño, pero es ley de vida. Son muy mayores. Ande, llame al tanatorio para reclamarlo. Esperemos tenga recursos suficientes para que no acabe en la fosa común.
-Ah, no. Creo que tenía comprado un nicho en su pueblo de la provincia de Cuenca.

  
  



     

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viernes, 22 de mayo de 2015

San Isidro 2015 por tierras jienenses



Buena tarde de viernes:
Comparto mi crónica del viaje que realicé el pasado fin de semana a tierras jiennenses. Que te guste y sonrías.
Un abrazo.

San Isidro 2015 por tierras jiennenses

Sería la tercera vez en la que visitaría Jaén, la provincia del olivo y la literatura. Lo haría en esta ocasión de la mano de la ONCE en una excursión que nos conduciría, según el programa, a Úbeda y Baeza, aunque al final acabaríamos conociendo también Cazorla y Bailén. Demasiado contenido para quien prefiere los paseos tranquilos y el visitar pausado.
El buen tiempo, la mejor compañía y la comodidad de los viajes organizados me llevaron a ceder a la tentación de apuntarme pese a las reticencias de un programa tan colmado.
Salir de Madrid el día de su patrón y llegar a la hora de comer a Cazorla, después de haber hecho paradita en una típica venta quijotesca en Puerto Lápice, conocer el centro de interpretación del parque natural de Cazorla, Segura y las Villas, la torre del Vinagre, visitar Úbeda y Baeza, Bailén con su Museo de la Batalla y una almazara en Begíjar. Ahí es nada en dos días. ¿Habría tiempo para degustar los trampantojos, los ochíos o los andrajos?
¿Con qué me quedo de tanta visita?
La torre del Vinagre apenas si me aportó emoción. Cierto que da una panorámica del parque natural mediante un audiovisual y que tiene accesibilidad con letreros en braille (por cierto que algunos estaban mal colocados), texturas y olores, pero se me hicieron artificiales, como enlatados. Mejor habría sido acercarnos al nacimiento del Guadalquivir o haber paseado por algún sendero natural. Y si encima añadimos la paradita en el desolado Mirador de las Palomas al regreso, ya tenemos la primera sensación de tiempo mal aprovechado. Así que el díscolo Albertito y sus buenas amigas con Miguel como guía, pasamos de cenar en el hotel y quisimos callejear por Cazorla a la aventura y en pos de una terraza que nos acogiera en aquella noche de fiestas en honor a San Isicio, el Isidro del lugar. Casas encaladas de blanco, miradores y horizontes de castillos y fortalezas.
De Úbeda recordé mi anterior visita en solitario aunque, no por ello, dejé de descubrir lugares nuevos, como su museo arqueológico y sus callecitas de leyendas y rivalidades familiares o la rejería en la iglesia de san Pablo.
En Baeza descubrí su catedral y su antigua universidad donde me emocioné con la cercanía de Antonio Machado, que tiene una reconstrucción del aula en la que diera clase de francés, tras dejar a su Soria de amores muertos y olmos viejos.
En Bailén, la iglesia de la Encarnación, el Paseo de las Palmeras y, como no,  el inaccesible Museo de la batalla en el que todo se hallaba a resguardo de las vitrinas aunque, eso sí, tuve ocasión de conocer la historia de María Bellido, la Agustina de Aragón del lugar.
Y en la almazara aprendí cosas acerca del olivo y su aceite además de desmitificar tópicos que, por conocidos, no dejan de ser erróneos como eso de que el refinado es mejor. Nos hablaron de lampantes y vírgenes (aceites, oye oye, jejeje), aceitunas picuales y royales para acabar comprándolas rellenas de piña y arándanos. Caprichos del Albertito al que tanto le gusta catar nuevos sabores
Un excelente guía en Úbeda y Baeza que se preocupó, como buen profesional, de traernos unas sencillas láminas con tipos de arcos y que fue muy didáctico, lo mismo que también lo fue el que nos enseñó la almazara.
Un sensacional paseo en trenecito para Elena, Nieves, Nuria, Miguel y yo gracias al que conocimos Cazorla a nuestro aire y con el aire en la cara de la tarde serrana sabatina.
Una simpática pareja que nos ayudó a llegar hasta esa terraza que buscábamos el viernes, después de haber hecho “senting” en el autocar y que se preocupó por dejarnos bien atendidos.
Las plazas de Úbeda y Baeza que son patrimonio de la humanidad y la catedral de Baeza en la que me desvivo por hacerme una fotito junto a unos increíbles cantorales medievales que no podré tocar pero que sentiré cercanos. Paso de lo demás, pero incordio a Eva, la monitora, para que me haga la dichosa foto. Por cierto, me agradece el empeño ya que ella sí ha podido verlos y admirarlos.
Queremos tomar café pasadas las 11 de la noche un sábado noche, no hay café. Pedimos refrescos y suponemos que traerán tapa, pues no. No hay tapa que valga, pero lo que sí hay es el mal carácter de la camarera que nos atiende.
El helado de aceite de oliva se nos hace pastoso y grasiento. No, no nos gusta. Ahora que los trampantojos eso ya es otra cosa, croquetas de chocolate, a modo de leche frita pero con chocolate. Qué buenas.
Y sí, la literatura estuvo presente. Literatura en el recuerdo de los poetas Machado y Sabina y de las coplas de tradición oral que me canta Rosa, la compañera del asiento de delante del autocar que, a sus 71 años, las recuerda de maravilla, romances de amores trágicos y nobleza de sangre.
El ingenio espontáneo que me surge para crear un monólogo de doble sentido con las clavijas y los botones en los que meter los… cargadores (no vayas a pensar en otras meteduras, jejeje) al hilo de que en la habitación no ha habido manera de encontrarlos aparte los del baño.
Y cómo no, eso de que el Albertito hace a lo que toque aunque tocar, toque poco. Que toca trabajar, se trabaja; que toca, ayudar, se ayuda; que toca, darse el banquetazo, pues también; ahora que tocar… este cieguito ha de resignarse a las vitrinas, jejejej.
En fin, mucho autobús, mucha información que se pierde entre los cerros ubetenses y las puñaladas traperas de la familia Trapero o los vítores que no son otra cosa que el precedente de los grafitis o las marcas de cantero y lentitud desesperante en el servicio del hotel que hace surgir la ironía como remedio al enfado.
Eso sí, sonrisas y humoradas, ciegadas y cieguerías que no falten para compensar como el que pretenda hacer una foto al don Quijote de la venta y me la haga a mí mismo sin saberlo o  ante mi comentario de que ando buscando aceite por si acaso lo pierdo, me ofrezcan un tapón como remedio.


    

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jueves, 21 de mayo de 2015

Símbolos



Buena tarde de jueves:
Como corresponde, aquí mi nuevo esbozo poético de la semana.
Porque tanto significan los símbolos te invito a que tú también los tengas.
Un abrazo simbólico.

Símbolos

El viejo arcón guardado en el viejo desván
Da inicio a este poema sin más,
que está compuesto de recuerdos nada más.
Poema viejo en el arcón del viejo desván.

El juego de té en miniatura
Con olor a jazmín
Da inicio a la escritura,
la escritura que no tendrá fin.

El anillo hecho de círculos concéntricos,
Secreto vínculo
De instante díscolo,
Enlaza a mi alma los amorosos vértigos.

El adoquín con forma de beso
Que anuda dos bocas,
Habla de las dulces sonatas
Que en mí suenan a pasión y deseo.

La hoja seca de un venerable castaño
Que es grande papiro
En el que escribir mi hondo suspiro
De antaño.

La mágica copa cristalina
En la que verter el blanco vino
De tu paladar fino
Para beberla sin tasa ni medida.

El evocador mantelito de cuadros
Y la suave mantita de piedras.
Mantelito y mantita que tú me trajeras
Para volar con la fantasía, siempre más alto y más lejos.

El adoquín y la copa,
El anillo y la mantita,
El mantelito y la hoja,
El juego de té.
Tesoros que guardo en aquel viejo arcón que jamás creí poseer.



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miércoles, 20 de mayo de 2015

Caer



La Vida en 100 palabras
Caer

Caer es rendirse ante las dificultades sintiéndote pajarillo herido y no persona plena.
Es olvidar la esencia de tus valores y principios.
Es renunciar al quizás pueda conseguirlo y lograrlo quedándote con el no pude y no valgo.
Es dejarte llevar como un tronco por la corriente para acabar varado entre la maleza de la hiriente nada.
Es dejar que se apague la lamparita de la amistad por no alimentarla con el aceite de la comprensión.
Es borrar con el disolvente de la desilusión la sonrisa de tus ojos traviesos.
Es, en fin, hundirse en el ciego abismo del no.

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