jueves, 30 de abril de 2015

Olvidos



Buena tarde de jueves.
Como corresponde, aquí mi tradicional esbozo poético. Ojalá no olvidemos y, por ello, tengamos derecho a recordar y así vivamos un Amor sin olvidos.
Un abrazo.

Olvidos

Olvidé decirte que te quería
Porque yo nunca quise querer
Si no sabía lo que era querer
Y cuando quise decírtelo, ya no me querías.

Olvido que también yo puedo ser querido,
Que tengo derecho a ser querido
Aunque nada haya sido,
Aunque apenas si haya vivido.

Olvidaré que un día fui nada,
Caballero sin nutrida mesnada,
Rey sin gloriosa jornada,
Cielo sin temible tronada.

De todos fui olvidado,
Niño solitario nunca amado,
Adulto hundido, siempre afeado,
Viejo perdido entre la yunta y el arado.

Olvidé tu risa entre las piedras
Y tu aroma en las tinieblas
Y tus besos a las estrellas
Y tus caricias por las veredas.

Olvido que tú eres brisa en mi alma,
Que ves mi invisible cara,
Que sabes lo que todos ignoran,
Que comprendes mi ilusión agotada.

Olvidaré que te herí
Con lo que creí ser y no fui,
Olvidando lo que siempre te pedí
Por dejarme seducir sin ti.

De ti fui olvidado
Porque yo tanto olvidé
Con mis malditos olvidos
Lo que jamás debí olvidar.




   

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martes, 28 de abril de 2015

Murcia de nuevo: pasaba por allí



Como complemento a lo escrito por mi buena amiga Rosa Sánchez en su blog, cuya dirección te pongo para que lo visites y leas su certera crónica, además de alegrarte la vista, si puedes, jajajaj, ya que yo no, con las imágenes que pone, te cuento algo de estos días pasados nuevamente en tierras murcianas y de la vega baja del Segura.
Aquí el enlace antes de nada:

Y bien, después de que hayas leído lo escrito por Rosa, acaso no quieras seguir leyendo más. Pero si no es así, yo te contaría que…
Es verdad, fui cansado por días intensos de efemérides literarias y sabedor de que Mis pequeñas odiseas crece a duras penas en medio de dificultades varias, que estaba muy reticente ante la efectividad de enfrentarme a grupos de 90 alumn@s por hora de forma continuada, por mucha experiencia que tenga y por ingenioso que pueda ser el planteamiento de mi actividad, y que pudieran resultarme poco cálidos los espacios ofrecidos.
Pero sí, verdad es que lo esencial de volver a esas tierras no es otra cuestión que la del reencuentro con quienes ocupan un rincón importante en mi corazón.
Parece imposible que puedan quedar motivos por los que regresar, después de experiencias como las ya vividas, pero claro, claro que sí los hay. Y los hubo.
Bajar del tren, ser abrazado con emoción, ser esperado sin prisas ni agobios.
Ya estoy en Balsicas, ya estoy con Rosa, ya vuelvo a Los Alcázares y al hotel Cristina. José Antonio, Jose, me ayuda, me guía como si siempre me hubiera guiado. Y nos lleva a cenar a un nuevo sitio que es soberbio, una fastuosa hamburguesa y una piña caramelizada con helado de coco, ahí es nada, esto sí que es llegar a lo grande.
Los actos literarios del sábado, más allá de los números, que si sólo fueran, hablaríamos de fracaso, se transforman en triunfo por lo que simbolizan. Entrega de premios a escolares en ambos casos. A mí me toca entregar los  2ºs, una cámara de fotos y una bicicleta; incidiéndoles a mis premiados y al resto en lo importante que es la lectura y cómo escribir es pintar mundos de luz. Pascual, un señor que “pasaba por allí, por el Centro Comercial Infante para hacer la compra encargada por su mujer, se queda a escucharme, atónito ante lo que contempla, Paco Rabadán vuelve a ser mi entrevistador magistral con su ingenio y su gracia, María, la directora de la Casa de Cultura de Pilar de la Horadada se acerca a acompañarme en Dos Mares, Charo y Paco ponen voz a dos crónicas haciéndolas grandes odiseas… Ramón y Lupe vuelven a acogerme con dulzura, los números juegan con nombre de montadito aunque no sea ni el 69 ni el 57 ni el 34, mientras lleve queso fresco y cebolla caramelizada… qué más da cuál sea su número.
El domingo es inolvidable, es cálido, es único. Día de familia, de hogar, de compartir. Es lo mejor que uno puede desear, es el reposo del ciego que trastabillea para recuperar el equilibrio. Es probar una mona casera soberbia, es conocer Rojales y su leyenda de la Encantada, es tomarse un digestivo a la sombra de un porche en Pinar de Campo Verde. Es saber qué es la alcachofa rellena y la cortá, y comprender la necesidad de quien, después de toda una vida de lucha, lo único que tiene es la ilusoria quimera de que alguien escuche su soledad en una residencia de ancianos, reflexionar acerca de lo que significa que otra residente piense en regalar su calzador a quien sueña con haberse echado un novio en el desierto de sus oníricos pensamientos.
Y llegará el lunes del regreso, la prueba del colegio, superada a duras penas pues sin duda se confirmaron las reticencias de lo ineficaz de querer meter a tantos alumn@s y regresaré a Casa Pedro y la camarera se volverá a acordar de mí y me pedirá que vuelva pronto y llegaremos a la estación de Balsicas por los pelos, más aún, por la lana del rebaño de ovejas que habrá de sortear Emilio para que no nos cierren el paso y pierda el tren.
Y, como el viernes, a mi llegada, volverá a estar Rosa y Jose para devolverme sano y salvo.
Sí, tuve motivos para regresar: conocí a Jose, carpintero de oficio, y de almas, que quiso regalarme una caja de caramelos para la tos, que me enseñó a entender el habla de los murcianicos de pro y que se indignó porque la gente no comprara más libros; comprobé cómo Miryam ha crecido en altura y madurez, qué guapa estaba con su vestido nuevo y sus bailarinas, con su camiseta remangada, con su voz de hada y su ingenuidad de niña; a Joaquín, que me llevó las manos al banco donde, de niño, junto con su padre, vendía bolletes a los jornaleros que esperaban trabajo al amanecer y que quiso darme un curso de botánica pero que quedó en una cata de mona con zumo de naranja tan naturales como él; y descubrí que Emilio y Nuria continúan construyendo literatura con los cimientos de la niñez y la magia de la ilusión.
Pero más aún, aún quedaron motivos por los que regresar: dar un paseo por la playa, acaso de Lopagán, recibir algún achuchón curvilíneo, dar a luz historias de sombras y de días, de pícaros ciegos y guapas ladronas de libros.
Pasará el tiempo y acaso vuelva a pasar por allí aquel buen señor Pascual y vuelva a encontrarse conmigo y vuelva a tachar de surrealista el que un ciego quiera ver con otros ojos y se empeñe en escribir páginas de colores y luz. Y la familia de Rosa vendrá a Madrid o me esperará en el Pilar sin que importen ni los números ni las pretensiones literarias de los demás porque disfrutaremos creando valores y sembrando respeto aunque ni presentemos libros ni sorprendamos con espectaculares actuaciones de marketing. No, no; porque el verdadero valor de Rosa y su familia, el verdadero valor de nuestra amistad, como ocurre con lo esencial, será invisible para quienes no hayan aprendido aún que lo verdaderamente importante a de verse con los ojos del corazón.


     

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miércoles, 22 de abril de 2015

Morir



La vida en 100 palabras
Morir

Morir es cerrarle la puerta a la ilusión, renunciando a la magia del niño que llevas dentro.
Es aplastar los sueños con la bota de la previsibilidad haciendo caso sólo a lo material.
Es olvidar que vives cuando amas y mueres cuando odias.
Es arrancar las hojas del calendario porque no tienes nada que escribir en él.
Es cerrar los sentidos del corazón a los colores de una flor, a las caricias de una pluma, a los olores del quizás, al sabor del atardecer o a la música de un suspiro de enamorada.
Es perderse en el túnel del olvido.


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martes, 21 de abril de 2015

Volvemos a tierras murcianas



Durante el próximo fin de semana “Mis pequeñas odiseas” y su autor disfrutarán de la tierra de la huerta y el mar, de la amistad y la buena literatura compartida.
El sábado, en el Centro Comercial Infante de Murcia y en el Dos Mares de
San Javier tendremos ocasión de hacer entrega de premios a los ganadores del concurso infantil de microrelatos, además de compartir mis viajes con otros ojos. La magia del tren y los sueños, de los sentidos y el humor se harán presentes cobrando el protagonismo que merecen.
El domingo pasearemos por las playas de la Vega Baja del Segura y compartiremos con Rosa Sánchez proyectos literarios.
Y el lunes los chavales del colegio Fontes de Torre Pacheco me pondrán en el aprieto de contarles cómo un ciego hace pipí, compra, se viste o liga al tiempo que jugamos al puzzle de las palabras en braille, según el cual deberemos componer un pequeño cuento con 18 tarjetas en cada una de las cuales habrá escritas cinco palabras en puntos salientes, de tal forma que los 90 chic@s de cada curso hagan el puzzle. Te pongo una de ellas a ver qué te parece, a modo de ejemplo:
  1. Érase una vez una gallina
  2. que no tenía pico y
  3. una mariposa sin alas. La
  4. gallina y la mariposa fueron
  5. invitadas a la fiesta de
  6. la primavera. Mamá gallina no
  7. pudo decir que no iría
  8. porque no tenía pico para
  9. hablar y la mariposa de
  10. alegres colores dijo que no
  11. iría porque no tenía alas
  12. para volar hasta el lugar
  13. de la fiesta. Cuando se
  14. encontraron en la charca del
  15. corral la gallina y la
  16. maripossa supieron lo que harían.
  17. Se ayudarían mutuamente e irían
  18. juntas como las mejores amigas.
Imagina cada línea escrita en braille en una tarjeta y que tienes que descifrarla a partir del alfabeto que te entrego.
Y todo esto se aliñará con los mejores ingredientes: los de la amistad, el cariño, la buena mesa y el humor.
¿Querrías acompañarme?

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lunes, 20 de abril de 2015

Asesinato en La Alhambra de Juan Torres Colomera

Lunes de Libros
Buena tarde:
Como cada semana comparto contigo una nueva recomendación literaria que, estoy seguro, resultará de tu interés.
Se trata de "Asesinato en La Alhambra" de Juan Torres Colomera. Ed. Nazarí, 2014 y con una extensión de 402 páginas.
He aquí la sinopsis:
Durante la celebración del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, un violinista búlgaro es asesinado misteriosamente en el interior de la capilla del Palacio de Carlos V.
La precisión con que se ha cometido el crimen y la aparente ausencia de un móvil hacen que los inspectores Narváez y Molina persigan a un criminal que se ha vuelto invisible y les hace dudar de su existencia.
Sorprendidos por la relevancia internacional que va adquiriendo el caso y el laberinto sin salida en el que se ven atrapados, la captura del asesino se va convirtiendo en una verdadera obsesión para ellos.
Ambientada en el incomparable marco de la Alhambra y en la ciudad de Granada, el autor nos adentra con gran fuerza narrativa en la vida policial, al tiempo que dirige una profunda mirada hacia el interior de los personajes, aunando pasado y presente, historia y leyendas, realidad y ficción.

Juan Torres Colomera  (Almería, 1950). Radiofonista y periodista deportivo, desarrolló su carrera profesional en distintas emisoras de radio, llegando a ejercer labores de dirección.
Durante el tiempo que estuvo vinculado a la actividad radiofónica, alternó su presencia en las ondas con esporádicas colaboraciones en la prensa escrita.
Dedicado durante los últimos años de su vida profesional a la empresa privada, en la actualidad compagina su pasión por la escritura con la participación en tertulias locales de radio.
Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Granada, es autor de microrrelatos y relatos cortos, algunos de ellos de contenido histórico-artístico, premiados en distintos concursos. Con la novela La jaula de plomo irrumpe con fuerza en el género de la narrativa, culminando así largos años de inquietud literaria.

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domingo, 19 de abril de 2015

La decisión de la Vieja Dama



Buena noche de domingo.
Aquí un nuevo relato. Que te guste.
Un abrazo y feliz semana.

La decisión de la Vieja Dama

El afilado cuchillo de la luna rasga la piel de la noche. El sibilante sonido de las balas penetra sin piedad en la carne.
Es la Muerte quien llama a la puerta de la suntuosa habitación 114 del Gran Hotel de Nueva York aquel lejano amanecer  de 1924. Es febrero y hace mucho frío, las calles están alfombradas de nieve.
Johny Lombardi duerme apaciblemente, ajeno a lo que le aguarda, en brazos de su chica del momento, después de haber hecho el amor, satisfecho por cómo marchan las cosas en sus negocios  del vicio.
Es la Muerte y cuando franquee la puerta de esa habitación sabrá que de ella saldrá con algo bajo el brazo.
Ahora bien, ¿qué? ¿A quién o a qué se llevará?
No tiene prisa la Muerte.
Johny y Cassandra duermen tras los embates amorosos de horas atrás. Sueñan con cuchillos y balas, ataúdes y cementerios.
Ya se acerca la Muerte al revuelto lecho de aquella habitación. Ya dispone sus garras.
Sabe que hay dos bultos en esa cama y que puede optar por llevárselos a los dos o a uno. ¿Qué hará?
-¿Sabéis una cosa? Anoche burlé a la Muerte. Ella creyó que estaba, con mi chica, acostado en la cama de la 114 del Gran Hotel. Pero no éramos nosotros, eran dos muñecos de cera.
-No, Johny, eso es demasiado para que te creamos. Nadie burla a la Muerte.
-Yo sí, soy más listo que nadie.
Y el listo Johny el 31 de diciembre de 1999 ansía que el nuevo siglo le traiga su libertad. No, no murió aquella noche de febrero de 1924, como tampoco lo hizo en las sucesivas guerras en las que tuvo la desdicha de participar. Vio cómo tantos y tantos morían mientras que él se salvaba, sin saber cómo. Bueno, sí lo supo. Supo que la Muerte se vengaba de él dejándole vivir para que se sintiera muerto en vida.
Un siglo de muertes, hombres gaseados, aniquilados; mujeres atrapadas en la trampa de las drogas y el suicidio. Muerto en vida sin poder moverse.
Aprendió que no, no fue más listo que nadie, que no engañó a la Muerte.
Cuántas veces la llamó en las trincheras y en la selva, en aquella playa de Normandía y en aquellos túneles vietnamitas o yugoslavos. Cuántas veces ofreció su pecho descubierto a los francotiradores en Beirut o Teherán. De nada le sirvió  
Johny Lombardi, se ve obligado a ver cómo su siglo acaba, cómo aquellos dorados años veinte acabaron en la herrumbre de la ruina y el desprecio. A su alrededor hay algarabía, el mundo no se ha acabado con el fin del milenio. Tampoco él por mucho que lo desee acaba. Johny Lombardi se ha convertido en un afilado cuchillo y en una sibilante bala. Se ha transformado en el mejor y más fiel intermediario de la Muerte, él que quiso una noche burlarse de ella. Ah, si hubiera sabido…
Esa noche del 31 de diciembre de 1999 también habrá inocentes ingenuos que mueran porque Johny Lombardi aún sigue vivo y seguirá hasta que la Muerte lo decida, decida prescindir de él convirtiéndolo en un muerto más.



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