lunes, 31 de marzo de 2014

De balneario por el Burgo de Osma: entre chorro y chorro


Pues sí, como ayer prometía, vaya aquí la crónica de un fin de semana de relax en el Balneario Hotel Termal del Burgo de Osma (Soria).
En mayo de 2012 tuve ocasión de recorrer la localidad como senderista tras pasear por el Cañón del Río Lobos. Entonces tuve ocasión de conocer la catedral y lo que, en ella, se encierra con una muy detallada visita guiada.
Este pasado, en cambio, el motivo del viaje era muy distinto. Resulta que gané uno de los tres premios que daban como estímulo para participar en un curso sobre la mejora de atención al cliente   y de resultas de él, elegí ese balneario, a partir de alguna recomendación y por estar comunicado mediante transporte público desde Madrid.
Como en tantas otras ocasiones, además iría bien acompañado.
El establecimiento se asienta en la antigua Universidad de Santa Catalina, un edificio plateresco del siglo XVI.
Llegamos el viernes noche y regresamos el domingo por la tarde. Entre medias, como bien he dicho, lo que hice fue una cura de relax entre los chorros de agua, el ambiente alejado del bullicio habitual y la buena gastronomía, paseos por el centro del pueblo, “túmbing” y poco más.
Empiezo casi por el final, por aquello de ser original, jejej, y comparto la reflexión que hacía en medio de la siguiente imagen:
Es domingo, sobre la una del mediodía. Estoy recostado sobre una amaca saboreando una infusión. Música ambiental de fondo y sonido de agua son los sonidos que me acompañan. La gran piscina delante entre columnas y con el techo a modo de cúpula que deja pasar el sol meseteño..
Es increíble el estado de relajación en el que me encuentro y no puedo dejar de pensar en cómo mis padres se han dejado la piel por mí y porque yo pudiera tener lo mejor. Tanto como trabajaron duramente en el campo por mi futuro y yo allí. Sé que mi felicidad y las metas que voy alcanzando son su mayor satisfacción. Me emociono. Me parece increíble: el que ganara el premio, el que yo esté en ese lugar fantástico, lujoso podría decirse. Un establecimiento de 4 estrellas en el que me tratan como a un señor, elegante, que te ofrece todo tipo de detalles. No puedo dejar de recordarles y rendirles mi homenaje.
El viernes tras llegar y ubicarme en la habitación, toqueteando el mobiliario y demás botecitos, para ubicarme, toca cenar. Nos leen la carta repleta de sugestivas propuestas, que hablan de canelones rellenos de manzana, arroz meloso de boletus, lubina, esturión o milhojas de solomillo. Y no digo ya los postres, con su tarta costrada, la sinfonía de helados, el mosaico de frutas  o las cañas zamoranas. Resulta ardua la tarea de elegir, pero lo hacemos. Un vinito Ribera del Duero de la casa no puede faltar como acompañamiento.
El sábado por la mañana, desayuno bufet. Como siempre, en estos casos, a uno le gustaría que le pasearan por lo que se expone y fuera eligiendo, en vez de que te sienten en la mesa y te pregunten, sin que tú sepas a ciencia cierta (aunque lo imagines) lo que hay, qué te apetece. Pero vaya, que no me quedo con hambre, un completísimo plato de fruta fresca troceada y limpia, el inevitable zumo de naranja, el café con leche y el surtido de bollería se encargan de ello.
Y nada, hecho lo cual, viene la hora de aprovechar el SPA. Me preparo. Vaya pinta que debo llevar, me imagino a un chinito mandarín, jejeje: gorro, albornoz y zapatillas. Bajo a la piscina y Yolanda me ayuda a llegar hasta la escalera, ella se encarga de guardarme el bastón, las zapatillas y el albornoz. Allí, me irán guiando por el circuito que la integran: unos botoncitos van activando los distintos chorros, a modo de masajes naturales, por las distintas partes del cuerpo y en diversas posiciones, de pie, tumbado o sentado.
Más de dos horas pasan en un soplo y a la salida nos ofrecen una infusión mientras me seco y reposo. ¡Una pasada! La misma operación la repetiré el sábado por la tarde y el domingo por la mañana. Vamos, que me pego a remojo cual gordo garbanzo para ser echado al cocido.
Nos habían dicho que al lado, a eso de las 12 del sábado, se procedería a la matanza del cerdo. Pensamos ir, pero se nos fue el tiempo entre chorro y chorro y cuando llegamos el cerdo estaba ya colgado. Eso no nos priva de hablar con el matachín, de tratar de visitar el Museo de la Matanza y probar alguna cosilla rica rica.
Siesta, piscina y cena componen el programa de la tarde (qué manera de sufrir).
Hemos tratado de visitar el pueblo, preguntando por alguna guía. En la Oficina de turismo, lo mismo que ha pasado con el Museo de la Matanza, nos dicen que no hay nada por el estilo, más allá de la catedral. Así que nos conformamos con dar un paseo y poco más. Isabel, una simpática muchacha nos ayuda y nos lleva a tocar una escultura del cochino.
El ambiente está muy animado en la Calle Mayor y la Plaza de la Catedral. Hay charangass.
Al azar, tomamos vermuts (nótese el plural, jejeje), regados con torreznitos y morcilla, en bares como Mesón Marcelino, Casa Pacheco o El Círculo. En todos ellos nos ayudan y tratan con la sobriedad y nobleza castellanas del soriano de pro.
Del pueblo nos habría gustado conocer más, saber de su Historia, escudos y edificios por los que pasábamos sin verlos. Preguntamos por el Ucero, con idea de escuchar su sonido, pero nos dicen que es complicado llegar.
Es momento de entregar la llave, hacer las cuentas y pedir, por pedir que no quede, que nos acerquen hasta la estación de partida. Lo hacen encantados. Otra, de las muchas atenciones que tuvieron con nosotros.
En definitiva, uno de esos lugares a los que uno le gustará regresar aun sabiendo que será difícil por aquello de que hay tanto que recorrer… Agradecer muy sinceramente lo bien que se portaron, recomendarlo vivamente y esperar a un próximo viaje.
  Ah, y que no se me olvide: nos informan de que disponen en braille de la relación de tratamientos termales. Genial. Si vuelvo, que no duden en que le echaré un dedazo, que no un vistazo, jejejeje.
Pongo enlace a su página web por si queréis visitarla:
http://www.castillatermal.com/hoteles.php?ent_id=2

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domingo, 30 de marzo de 2014

La piscina de los sueños


Buena noche de domingo.
Recién llegado de un fin de semana de relax, del que mañana te hablaré, comparto mi nuevo cuento.
Que estés bien.
Que comiences con fuerza la semana y otro mes, ya abril, abril, aguas mil.
Un abrazo.

La piscina de los sueños

Qué feliz es Hans von Krünch. Por fin ha podido cumplir su viejo sueño de visitar un balneario. Desde siempre ha estado seguro que la experiencia resultaría única. Ha leído mucho sobre sus propiedades benéficas,  como tampoco le son ajenas las leyendas e historias que circulan alrededor de ese tipo de lugares: la magia de sus aguas, los encuentros secretos, los amores furtivos que se han gestado sobre piscinas, saunas y masajes.
Ha elegido uno que tenga como característica dominante su localización en un entorno natural que brinde la posibilidad de paseos para el recuerdo, además de una suculenta carta en el restaurante. Un pueblecito en la vertiente austriaca de los Alpes, un trozo de paraíso, según lo anunciado en el folleto publicitario del Hotel Balneario Cabaña de las Nieves, ha sido su destino.
Para llegar hasta allí, ha tenido que hacer no pocos esfuerzos económicos. Es un gris funcionario de la Oficina Postal de la ciudad de Colonia. Nunca ha tenido grandes aspiraciones, y ha acabado quedándose solo, tras años de dedicación a sus ancianos padres que murieron, el pasado año, casi uno tras otro. Las mujeres siempre se le resistieron so pretexto de que era demasiado formal, excesivamente cortés.
Cuando llega, lo que ve alimenta su fantasía. Sí, su fantasía, secreta pero viva. Tal vez, al fin, pueda ser realmente el auténtico Hans, apasionado, sin tabúes ni complejos. Caminos que se pierden entre las frondas boscosas, madera, mullidas alfombras, música relajante, olores agradables. Eso es verdad, mas algo le llama la atención. ¡Parece que no hay nadie!
Por una parte, ya le va bien. Él tan acostumbrado a la soledad. Por otra, esperaba encontrarse con alguna señora que le diera pie al palique y a algo más, naturalmente.
El atento recepcionista le recibe con cortés profesionalidad y le conduce a la habitación, al tiempo que le explica horarios, servicios y ofertas.
Lo tiene claro: contratará extras, que para eso está allí. No piensa privarse de nada: masaje tailandés, baño de chocolate y piscina de chorros con pediluvio.
Cuando se ha instalado y echa un vistazo a la información que encuentra en la mesa escritorio, otra cosa más, son tantas con las que le está sucediendo desde su llegada, le sorprende e ilusiona: “la Piscina de los Sueños: participe de una experiencia como ninguna otra”.
¿Qué será? Tiene que preguntar por ella enseguida. Al día siguiente será lo primero que disfrute, y luego el masajito a manos de seda batera. Se le hace la boca agua, solo de pensar en la guapa masajista que se lo dará. Uuuum uuum.
Así es, tras opíparo desayuno, ataviado con su bañador nuevo y su toalla de ositos, se dirige a ella. Está algo escondida, una especie de laberinto deberá atravesar para llegar. Espera no perderse y seguir las indicaciones recibidas.
Sí, sí, allí debe ser.
Pero… está todo oscuro y ¡tampoco hay nadie!
Tantea con los pies en busca de los escalones.
El agua está caliente. El silencio es absoluto. Cierra los ojos y espera. ¿Qué experiencia única será la que se anuncia?
¡Horror!
Gritos fantasmales rompen el silencio y, al encuentro del pobre hombre, salen  espectros de fuego entre las sombras, que  se ciernen sobre su atribulado cuerpo.Algo mortal le arrastra. Debe abrir los ojos y volver a la realidad.
¿Qué es todo eso? ¿Una experiencia única?
Se aferra a las paredes de roca viva por cuyas grietas supuran burbujas y una especie de musgo viscoso.
Abre los ojos, sí. ¿Y qué vislumbra entre las sombras? ¿Agua tibia? ¡no! Sangre ardiente.
¡Sangre! Cierra los ojos, Hans _se dice_. No, no; más monstruos, demonios con las fauces abiertas, pobladas de afilados colmillos.Vienen por él! ¡La sangre es su sangre!
Antes de sucumbir, una muda pregunta se formula: “¿por qué hablaron de piscina de sueños? ¿Son acaso los sueños monstruos que terminan por devorarte?”
-Otro incauto que cayó en el engaño.
Así dice, con maléfica sonrisa, el supuesto amable recepcionista, transformado ya, con su auténtica faz: la del mal.
-Cuándo aprenderán los humanos que los sueños son monstruos insaciables que nunca se sacian? Que sigan soñando, que continúen viniendo hasta mí.
Y una espeluznante risotada reverbera entre las montañas.
El Hotel Balneario Cabaña de las Nieves está esperándote. ¡Ay de ti, si contratas sus servicios!
Pobre Hans, para una vez que quiso complir su sueño…





  


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jueves, 27 de marzo de 2014

Morir


Buen jueves.
Otro esbozo de poema, cantando al Amor.
Que os haga soñar.
Un cariñoso y cálido abrazo de luz.

Morir

A ti, sí, a ti, Vieja Dama
De horrible faz, igualadora de ricos y pobres.
Perder sus besos que saben a dulce membrillo.
Ladrona de niños y mayores, mujeres y hombres;
Pedirte quiero desde el deseo y la calma.

No tengo miedo de que, con tu fiera guadaña, me marques de veras;
Sé que, antes o después, acabarás por hacerlo.
Dejar de tener, de sus ojos, su brillo.
Eterna peregrina, más te valdría no saberlo;
Mas tu destino  se encuentra entre huesos y calaveras.

Juego a jugar, iluso perdido,  con tu amistad
De silencios y dramas, compuesta.
Hacer de mis manos muñones, cuando antes, en su piel, fueron apasionado rastrillo.
Ven, deja que te hable de mi ansia, presta
A abrazarte sin odio ni maldad.

Joven dicen que soy pero, decidido, te buscaría;
Si ella, mi amor muriera.
Convertir en polvo su insinuante tobillo.
No, no te alejes de mi´, si a ella no la tuviera;
A tus brazos, muerte, me lanzaría.

Pedirte quiero, una súplica honda sin más:
No le robes sus besos, que saben a dulce membrillo;
Renuncia a llevarte, de sus ojos, el brillo;
Deja que otras manos sean, de su piel,  apasionado rastrillo;
Evita convertir en polvo su insinuante tobillo.
Si así haces, tuyo seré por siempre jamás.

A irme contigo, no pongo objeción
Si a la que yo tanto amo, olvidas.
A buscar tu abrazo de frío y cenizas
Me comprometo sin duelo ni opción.

Por ella, muerte, a ti me entregaría despierto;
Que viva por siempre aunque sea con otro.
Por su vida depositaría mi mirada en tu rostro;
Que sea lozana flor en medio del humano desierto.


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lunes, 24 de marzo de 2014

Nefasto servicio de Viajes Barceló, cúmulo de despropósitos


Creíamos, mi compañera Elena Rodrigo Izquierdo y yo que habíamos terminado con la mala experiencia de contratar los servicios de Viajes Barceló tras recibir respuesta hace unos días a nuestra reclamación y, aunque no quedamos satisfechos al 100 por 100 de lo que nos decían, sí al menos nos daba en parte la razón devolviéndonos el importe del traslado que no hicieron correctamente, 45.90€ de nada, pero es que ahora vienen exigiéndonos que les firmemos un bonito documento de descargo que no corresponde a lo que sucedió. Total que estamos hartos y por eso lo vamos a difundir entre nuestros contactos y, por supuesto en las redes sociales en las que participamos.
Te cuento:
Aprovechando que Elena es empleada de BBVA acudimos a esa empresa para contratar nuestro viaje a Gran Canaria del puente de la Constitución del año pasado.
Iríamos, además de nosotros, otro amigo que tiene un pequeño resto visual pero resulta que éste, 3 semanas antes se accidentó en un ojo y hubo de cancelar la reserva. Por cierto que a pesar de que presentó informes médicos justificando la anulación no le devolvieron nada.
Pues bien, el agente de Viajes Barceló que nos tocó, no en suerte, si no en desgracia, nos dijo que debía modificar los horarios de vuelo porque Iberia Exprés no nos dejaba volar a causa de nuestra discapacidad y nos los adelantaba con Air Europa que no ponían ninguna pega. Se
suponía que él se encargaba de todo.
Habíamos contratado el viaje en avión de ida y vuelta, el hotel en régimen de alojamiento y desayuno y el traslado del aeropuerto al hotel y viceversa.
Pues bien, llegado el día del viaje, a nuestra llegada a Gran Canaria, no había nadie para recogernos y después de un par de horas de espera, vino el transporte. Nos dijo y mostró la correspondiente documentación, que estaba avisado para recogernos como si hubiéramos viajado con Iberia Exprés. Y, más aún, que el regreso lo tenía también con Iberia. Vamos, que Viajes Barceló no había notificado a la agencia de transporte, el cambio de horario.
Cuando llegamos al hotel, la reserva estaba hecha como si fuéramos los 3, es decir, con 2 habitaciones y luego nos enteramos, así nos lo decían nuestros amigos canarios, que la ubicación del hotel estaba en el barrio de prostitución de la ciudad.
Nuestra incertidumbre fue grande al no tener claro que nos recogerían para volver al aeropuerto de regreso. Estuvimos llamándoles, naturalmente a un 902, varias veces y, aparte de que estaban empeñados en que les diéramos el localizador del viaje (sin importarles que insistiéramos en que éramos ciegos y que no lo conocíamos, parece que la informática en vez de ayudar está de adorno), insistían en que recibiríamos un fax en el hotel indicándonos la hora a la que deberíamos estar para que nos recogiesen, fax que no llegó y, como estaba cantado, cuando llegamos al hotel para ir al aeropuerto, se había largado. Qué bien, a la llegada nos tienen a nosotros esperando dos horas y a la partida no son capaces de llamarnos al móvil o de esperar un cuarto de hora. Total que Laura León del Pino, nuestra amiga canaria tuvo que llevarnos ella al aeropuerto.
Lo de la ubicación del hotel aunque no nos supuso inconveniente, porque en todo momento Laura fue a buscarnos, sí nos dio bastante rabia porque le habíamos recalcado al agente de marras que éramos ciegos y que nos buscara un hotel bien ubicado.
Total que, a principios de año, les presentamos la reclamación con todos estos extrremos, pidiéndoles que nos devolvieran el importe del traslado y una indemnización de 200€ por todas las molestias causadas,  debidamente documentada y después de 2 meses nos responden, con buenas palabras, que nos devuelven los 45.90€ del transporte del aeropuerto al hotel. De la indemnización nada de nada.
Pues bien, 10 días después, nos vienen ahora con que les firmemos un documento de descargo, es decir, poco menos que si firmáramos una sentencia de muerte, que les liberamos de cualquier otra responsabilidad y renunciamos a cualquier otro tipo de acción jurídica bla bla bla. El documento viene con un texto previo como si nos hubieran trasladado a otro hotel (hablan de un apartothel), cosa que no tiene nada que ver con lo que nos han dicho que nos devuelven. Total que si no firmamos el dichoso papel, no hay dinero que valga.
Qué quieres, es una tomadura de pelo. Que se metan los 45.90€ por donde les quepan, pero a nosotros que no nos esperen volver a contratarles ni, por supuesto, a recomendar sus servicios.
Perdona por el desahogo y  te agradezco que lo difundas. Al menos para que se vayan enterando de que a la literatura publicitaria hay que acompañarla con seriedad y hechos.
  

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