jueves, 30 de mayo de 2013
Celebremos el Día del Amor Fraterno
Publicado por Alberto en 5:54 p. m. 2 Dejaron su huella
Etiquetas: Aprendiz de poeta
martes, 28 de mayo de 2013
"Ser feliz es una cuestión de actitud"
A partir de la publicación de su libro, "Los colores de un sueño, editado por Plataforma Editorial, quiero compartir una muy interesante entrevista recogida de la página web
http://www.fundacionvicenteferrer.org/es/noticias/ser-feliz-es-una-cuestion-de-actitud
La protagonista de esta noticia es una persona ciega de 25 años. Para que luego digan que yo hago cosas, pues anda que esta chica...
Pero antes, aquí una breve reseña de la novela muy recomendable, por cierto:
El testimonio de una joven invidente que hace realidad sus ilusiones ayudando a niños indios
¿Que cómo son mis sueños? ¡De colores! De pequeña empecé a soñar que un día me iría a la India. Que escucharía el ruido atronador de sus calles, que olería esa mezcla casi indescifrable de aromas distintos y que estaría rodeada de niños. Supongo que, cuando lo explicaba, algunos debían pensar: “¡Pero si Alba es ciega! ¿Cómo se va a ir a la India?".» A lo largo de estas páginas, Alba contagia el entusiasmo de una joven con una motivación extraordinaria que, con una naturalidad sorprendente, va superando pequeños retos para lograr alcanzar sus sueños. Con una sensibilidad exquisita, un optimismo contagioso y buen humor, Alba demuestra con su ejemplo que lo importante es conocernos, identificar qué queremos y, a partir de ahí, ¡perseguir nuestras ilusiones!
Alba de Toro: "Ser feliz es una cuestión de actitud"
Alba de Toro nació en 1987 y desde entonces ha soñado con la India. Mientras otros niños jugaban al escondite, ella imaginaba a sus Barbies indias habitar lugares exóticos como el Taj Mahal o Benarés. Tener discapacidad visual desde su nacimiento no ha impedido que estudie ‘Traducción e Interpretación’, hable cinco idiomas y que a los 18 años se embarcara en un viaje a la India en el que sigue inmersa a día de hoy. Alba trabaja actualmente como profesora en el Instituto de Integración de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur.
¿Cómo acaba una chica de 18 años de viaje por la India rural?
Mis padres me regalaron el soñado viaje cuando cumplí la mayoría de edad. Vinimos a la Fundación Vicente Ferrer como visitantes para ver el proyecto. Solo salir del coche y allí nos esperaba Vicente, que nos recibió con un abrazo: “Hola Alba, ¡qué bien que hayas venido!…”
¿Cual fue tu primera impresión de Vicente?
Me dio mucha paz, mucha tranquilidad. Tenía la sensación de que él estaba en un nivel más espiritual, como si no estuviera a ras de suelo…
¿Y cómo pasaste de visitante a trabajadora?
Vieron que yo, en comparación con las personas con discapacidad visual de Anantapur, podía hacer muchas cosas. Eso podía resultar muy motivador para los niños del distrito, así es que al año siguiente volví a la India para enseñarles informática. Esta es ya la cuarta vez que estoy en el Instituto de Integración de la Fundación.
¿Qué es un instituto de integración?
Quiere decir que se acoge sin distinción a chicos y chicas invidentes totales y parciales, huérfanos y afectados por el VIH. Conviven juntos en el centro. Es una idea muy buena, porque así no se crea un pequeño “mundo de personas ciegas”, todo es más natural y mucho más real para el futuro.
¿Qué estudian en este instituto?
Es una escuela residencial donde se da clases académicas como el hindi, las matemáticas, el telugu… y actividades extraescolares como el yoga, la música, o el deporte. Además hemos desarrollado un programa llamado “Tareas de la vida diaria”, en el que les enseñamos a desenvolverse en sus quehaceres cotidianos como lavarse la ropa, peinarse, cocinar, coser, moverse en el espacio, reconocer el dinero… La finalidad es dar más independencia a nuestros chicos, que la discapacidad no les impida llevar una vida normal.
¿Cómo realiza las actividades cotidianas una persona con discapacidad visual?
De una manera ordenada y metódica. Los utensilios de cocina deben estar siempre en el mismo sitio, hay que ir de un sitio a otro siempre por el mismo camino, la ropa debe estar ordenada por colores…
¿Cómo les explicas lo que son los colores?
Asociándolos a cosas y olores. Por ejemplo: el amarillo es un limón. Les das uno y lo huelen, lo tocan… ¡Yo tengo mi color favorito!.
¿Cuál es?
El naranja. Tiene energía y es muy loco.
También les enseñas informática…
Si, informática adaptada mediante un programa. Se trata de utilizar un sintetizador de voz que va leyendo los caracteres que aparecen en pantalla. El ratón es muy visual, así es que lo hacemos todo mediante el teclado.
¿Cómo se identifica a estos niños en los pueblos?
La Fundación hace seguimientos en las zonas rurales. Cuando nace una persona con discapacidad van a buscarla a su casa, identifican su tipo de discapacidad, hablan con la familia y, finalmente, ayudan a su inscripción en el colegio.
¿Cómo se percibe en la India tener un hijo con discapacidad visual?
En muchas ocasiones se considera un castigo de los dioses o un mal comportamiento en otra vida. Los niños, a veces son arrinconados como vegetales o acaban pidiendo limosna en los trenes…
Y a los que aceptan… ¿les dan un excesivo asistencialismo?
Si, no se cree que puedan hacer nada por ellos mismos y se lo dan todo hecho… sin embargo cuando les hacen las cosas no les ayudan, les convierten en pequeños inútiles.
¿Habéis hecho algo para cambiar esta situación?
Hacemos reuniones de padres y formación de profesores. También hemos hecho un video en el que les mostramos cómo sus hijos pueden hacer todo tipo de tareas del hogar. Hemos de cambiar la visión que se tiene de la discapacidad en Anantapur, ¡las familias deben saber que pueden hacerlo todo!
Tener algún tipo de discapacidad no es motivo para dejar de hacer nada.
Efectivamente, yo soy una persona con discapacidad, o así es como se nombra al hecho de que te falte un sentido. Negarlo sería absurdo. Sin embargo, yo no lo asocio con algo negativo… para mí, “discapacidad” es sinónimo de aparcamiento gratis, evitar las colas en los parques de atracciones… Simplemente, pertenezco a un grupo, y este es el nombre que recibe.
Podríamos decir que, simplemente, tu concepto de “ver” es diferente al nuestro.
Si. Cuando “veo” las cosas no las imagino por su forma física… me baso en otros parámetros, como el tacto y el olor, para percibir la realidad. Valoro las cosas a mi propia manera, me fijo en cosas en las que los demás no se habían percatado.
¿Siempre has afrontado la discapacidad de una manera tan positiva?
Intento siempre ver las cosas por el lado bueno y vivirlo todo de manera intensa. Intento que todo me emocione cada día. Ser feliz es una cuestión de actitud.
¿Qué le dirías a una persona que no lo afronta con el mismo positivismo?
A los chicos de mi instituto les recomiendo sonreír: las sonrisas se contagian.
Publicado por Alberto en 4:43 p. m. 3 Dejaron su huella
Etiquetas: La noticia
domingo, 26 de mayo de 2013
El libro de poemas
Publicado por Alberto en 7:58 p. m. 0 Dejaron su huella
Etiquetas: Relatos
sábado, 25 de mayo de 2013
El tiempo y la marea
Publicado por Alberto en 10:05 a. m. 3 Dejaron su huella
Etiquetas: Aprendiz de poeta
jueves, 23 de mayo de 2013
Ley de Murphy o peripecias en la Renfe.
Ley de Murphy o peripecias en la Renfe.
Comparto, del blog de mi amiga Ana, http://amelche.blogspot.com.es/2013/05/ley-de-murphy-o-peripecias-en-la-renfe.html su relato de la peripecia que vivimos el pasado viernes a mi llegada a Alicante.
Un texto muy ilustrativo de las dificultades que una persona discapacitada suele encontrarse en el día a día visto bajo la óptica de una persona muy sensibilizada con el mundo de la discapacidad.
Seguro que os gustará tanto como a mí.
Por cierto, en Origuela, Rosa vino a buscarme enseguida creyendo que me iría a la vía pero de algo sirve mi amigo bastoncito.
Todo acabó bien aunque me duela ser objeto de todo ese trajín. Menos mal que me quieren que sino... jejejje
Todo parecía muy sencillo: ir a Alicante, recoger a Alberto, subir en el cercanías, bajarme en Elche y él seguía camino a Orihuela, donde lo recogía Rosa. Sin embargo, no contábamos con la Ley de Murphy ("si algo puede salir mal, saldrá mal", también conocida como: "la tostada siempre cae del lado de la mantequilla", de la mermelada o del aceite, añado yo). En resumen, que la Ley de Murphy empezó pronto a hacer de las suyas, para darle vidilla al asunto.
Yo sabía que la estación de Alicante estaba en obras por lo del AVE (se supone que llega en junio, ya veremos...) porque la había visto hace unos meses. Pero es que ahora ya no son obras, es zona de guerra llena de edificios vaciados totalmente por dentro (sólo quedan las paredes y el techo), zanjas por todas partes, vallas metálicas, obreros con casco, ingenieros haciendo fotos de los progresos y consultando con otros... Total, que de los andenes al vestíbulo sólo queda un estrechísimo pasillo por donde se agolpan los pasajeros.
Alberto, por venir de Madrid, tenía gratis el cercanías. Con una condición: hay que validarlo. Y, para ello, sólo hay una máquina en la entrada de la estación o el mostrador de venta de billetes. Le dije que le preguntara al personal de RENFE que le iba a ayudar al llegar (a mí no me dejaban pasar, sólo podían estar en el andén los viajeros con billete, no los familiares y amigos que iban a recoger a la gente), pero aquella señora sólo le aclaró que había que validarlo y, en cuanto vio que yo me hacía cargo, salió corriendo con la excusa de que tenía que ayudar a más pasajeros. Además, sólo teníamos veinte minutos entre los dos trenes, pero el de Madrid llegó diez minutos tarde, con lo cual, nos quedaba la mitad de tiempo.
Así que, dejé a Alberto junto a una valla de las obras (el de Madrid había parado justo al lado del cercanías, pero tenía que cruzarme toda la estación para ir a validar el billete) y me fui hasta la otra punta, sorteando viajeros y maletas lo más rápido posible. Llegué a la máquina, había un señor delante y luego, cuando intenté validar el billete con el código de barras, no había manera. Hala, tira para el mostrador y haz toda la cola, claro. Cuando por fin me atiende una señora, me dice que es en el mostrador de al lado. Otra cola. Por fin llego, el hombre intenta validar el billete, el lector de códigos no lee nada, lo pasa varias veces, a la cuarta o quinta, por fin, sale el billete para el cercanías. Salgo corriendo, literalmente, y oigo: "próxima salida cercanías con destino Murcia". Corro aún más que mi hermana en la media maratón de Almansa, consigo llegar entre las vallas hasta donde había dejado a Alberto, nos metemos corriendo en el tren. Todo lleno de gente, claro, éramos los últimos. Con maletas por enmedio, había sitios vacíos, pero sólo para una persona. Al cuarto vagón o así, por fin conseguimos encontrar dos sitios y sentarnos. ¡Uffff! ¡Prueba superada!
Paramos en San Gabriel y Torrellano, como siempre, y el tren se detiene más tiempo del normal para dejar pasar a otros. Ya llevamos quince minutos de retraso, pero lo peor es que no funciona la megafonía que anuncia las estaciones y entonces Alberto lo va a tener difícil para saber cuándo llega a Orihuela. Tampoco pasa el revisor, para avisarlo y que le ayude. Para más inri, en Torrellano se apagan las luces del vagón y el tren hace un ruido raro, parece que no va a arrancar, aunque al final arranca. Si es que, yo conozco los mismos trenes mugrientos toda la vida, en todas las otras líneas de cercanías he visto trenes mucho más modernos. Estos deben de tener como treinta años o más.
Para rematar ya la faena, Alberto se ha equivocado y le ha dicho a Rosa que llega una hora más tarde. Cuando se baja la gente en la primera estación de Elche, nos cambiamos de sitio y dejo a Alberto más cerca de la puerta. Me espero a la segunda y entonces veo al revisor trasteando en el cuadro eléctrico para intentar arreglar las luces, que siguen sin funcionar, y le aviso de que tiene que ayudar a Alberto a llegar a Orihuela. Llamo a Rosa en cuanto me bajo y me dice que está de camino, que no ha hecho caso de Alberto y se ha adelantado, menos mal, están entrando a Orihuela, pero hay obras y se tienen que desviar del camino usual.
Al día siguiente cuando llego a Orihuela y veo la estación... se me cae el alma a los pies. "¡¡¿Esto qué es?!! ¡¡Si lo llego a saber, no mando a Alberto aquí!!" Yo conocía (y además, había visto una foto en internet, buscando la dirección para hacerme un plano y saber ir de la estación a la librería donde se hacía la presentación del libro de Alberto) una estación de cristal, modernísima y maravillosa, pero resulta que la cerraron en octubre (de eso me he enterado después) por las obras, creo que del AVE también. Y ahora llegas a lo que llaman: "estación intermodal provisional", que han construido a cierta distancia de la estación real y es, atención: dos andenes sin valla ni nada, vamos, que si, como Alberto, no ves, te puedes caer a la vía fácilmente, un conjunto de prefabricados donde están los aseos, las taquillas de renfe y las de los autobuses ("intermodal" significa que hay unos diez espacios para aparcar autobuses un poco más allá) y poco más. Te hacen bajar en un andén, seguir recto, bajar por una rampa hasta otra vía, cruzar andando la vía, subir por otra rampa al otro andén y luego, por rampa o escaleras, bajar a la parte de las taquillas y la calle. Una carrera de obstáculos, vamos. Y más, si eres discapacitado.
Publicado por Alberto en 5:13 p. m. 2 Dejaron su huella
Etiquetas: De viajes
martes, 21 de mayo de 2013
Una tarde con el poeta
-No hagas tal, ciego amigo. Que el humor vence al dolor. Que sitú, compadre, de ceguera padeces, yo de incomprensión y muerte la copa repleta me hicieron beber. Burlas recibí por como aldeano pobre vestir, desprecios recibí por sembrar literatura entre el pedregal y martirio sufrí tras anteponer el amor y la libertad a la realidad. Pero, pasa, pasa; que la higuera, con su sombra y sus frutos, nos acogerá.
-Sí, la higuera. No es árbol de bien y mal, de verdades prohibidas. Es tutor de palabras nuevas y faros refulgentes. La otra vez toqué su tronco retorcido y nudoso. Una hoja quisieron que me llevara pero yo rechacé semejante ofrenda porque en el alma portaba su verdor y magia, con pepitas rosadas, henchidas de turgente dulzor.
Tomo su famélico brazo, noto su temblor de eternas lombrices corredoras. Su voz es quebradiza, como debían ser los cantos sueltos en la serranía adonde las cabras apacentó.
-Siéntate, compañero. Aquí, a mi lado, en esta silla de anea y esparto. Aquí donde tanto lloré a mi amigo Ramón. “(En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha
muerto como del rayo Ramón Sijé, a quien
tanto quería…” Sé que me comprendes, que tú también lloraste muertes de otros amigos.
-Sí, sí. Pero… ¿será que mi ceguera me invade la mente? ¿Quién es usted, anciano anfitrión?
-¿No lo has adivinado aún? “Por el cinco de enero, cada enero ponía mi calzado cabrero a la ventana fría…… …Nunca tuve zapatos, ni trajes, ni palabras: siempre tuve regatos, siempre penas y cabras.”
-¡Don Miguel Hernández! Usted es. Semejante privilegio los hados me hacen. Yo que en las huellas del cuento vierto mi afán, estar a su lado de orgullo me llena. ¿Cómo puede ser?
-Pues, cómo ha de poder ser. La literatura nos une, la amistad es bandera para ti y para mí y los orígenes de pueblo sin tierra quisieron ser nuestras cunas. Tú en la Soria de surcos arados sobre árida arena. Yo en estos laderos calcáreos de cuevas y riscos.
-Déjeme sentir su genio, permítame rozar con mis yemas hambrientas de luz su rostro. Que otro soñé con poseer y no me atreví.
-¿Mi rostro? Si tan solo es ya papiro de jeroglíficos borrados a la espera de que la dueña del alma a descubrirlos venga. “Todo era azul delante de aquellos ojos y era verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos. Porque el color hallaba su encarnación primera dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos”.
-Colores, ah los colores. Aún recuerdo algunos, pocos ya. Hubo tiempo en que quise vivir en sueño porque soñando veía. Ahora ya ni eso. Mis colores hoy son palabras hermosas cuando nacen de labios de rubí y pechos de azúcar.
-Hijo, el tiempo se nos agota. Quise pedir que pudieras hallarme. Los dioses me lo concedieron con la condición de que un regalo te hiciese. Un regalo que los demás nunca podrán ver. Sé de tu lucha, conozco tu empeño tan costoso para ti y gratuito para ellos. Entrega, humor y renuncias. Sí, ésas son certezas de tu carácter para mi espíritu, habitante eterno de parnasos asentados en librerías de antiguos anaqueles. Tus Huellas junto a Alma de Alejandría me acompañan. John Hall, Isaac Tischler, Lázaro de Tormes o Alonso Quijano son vecinos de mis días sin fin. Y ellos y sus creadores apoyan mi misión: no te rindas, no cejes en tu utopía iluminadora, no dejes de recorrer caminos tras metas alcanzadas. Nosotros, los poetas somos tu maná que alimentará tu fuego. Marcha, sí; marcha a tu realidad de ojos velados, a tu rutina de barreras y obstáculos, de frustraciones y fracasos; pero también de triunfos, amistades eternas ganadas y retos superados. Ve en paz siempre adelante. No estarás nunca solo aunque solo te sientas.
Y él se fue serranía arriba, yo busqué la salida, sin saber cómo la encontraría, de aquella casa de pueblo. El bastón blanco me llevó hacia la plaza, mi cabeza golpeó el marco bajo y el último paso di. El frío cemento de la esplanada y la noche oscura de mi oscuro deseo me recibieron.
Buscaría donde guarecerme para asimilar aquel mágico encuentro. Preguntaría por dónde alojarme esa noche de sorpresa y emoción. ¿Una librería en la plaza de San Sebastián? ¿Un pub con nombre de capitán pirata?
-¿Puedo ayudarle en algo, señor?
Una niña me ha preguntado sin omitir nada, sin rubor ni miedo. ¿Será la musa que el anciano poeta me envía? ¿Será…?
Leer más
Publicado por Alberto en 7:43 p. m. 5 Dejaron su huella
Etiquetas: Relatos
lunes, 20 de mayo de 2013
La mágica luz de “Huellas de luz”: Pilar de la Horadada-Orihuela, mayo 2013
Leer más
Publicado por Alberto en 12:52 a. m. 10 Dejaron su huella