jueves, 29 de septiembre de 2011

Buhardilla

Por aquello de que hace ya tiempo que no pongo etimologías, vaya aquí una. 
Las buhardillas tienen ese aire romántico de París, de sueños de juventud y libertad. Ahora qué queréis que os diga, son poco cómodas, que uno no tiene ya edad ni agilidad para andar por esos lares.

Ventana que se levanta por encima del tejado de una casa y sirve para dar luz a los desvanes o para salir por ella a los tejados.
Buhardilla es el diminutivo de «buharda» que a su vez deriva de «bufarda» que significa «agujero abierto a ras de tierra en el horno de carbón por donde respira éste mientras se hace el carbón». En los edificios las chimeneas de salida de humos (bufarda o buharda) se sitúan en la parte superior y por su pequeño tamaño se les denominó buhardillas.

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martes, 27 de septiembre de 2011

El delantal de la abuela

Esta semana está dedicada especialmente a la figura del abuelo.
Quiero sumarme, modestamente, a ella y rendirle homenaje con este texto que ayer, una buena amiga, me remitió.
Al mismo tiempo, recibía las palabras que mi sobrina mayor escribió en recuerdo de su bisabuelo Alejandro, un año después de su muerte. Palabras que me impresionaron y que son muestra de su carácter bondadoso, todo un ejemplo. Palabras que hablan al corazón y que él, sin duda, escuchó porque ahora sí, ya puede oírlas.
Que no olvidemos la importancia que entrañan los abuelos / yayos, que les comprendamos y respetemos.
Ah, y mi retina aún conserva la imagen de ese otro delantal a cuadros blancos y negros que portaba mi abuela Susana, no la he olvidado, cómmo hacerlo.

¿Te acuerdas del delantal de la abuela?
La principal función del delantal de la abuela era proteger el
vestido que estaba debajo, pero además servía de agarradera para
retirar la sartén más que caliente del fuego.
Era una maravilla secando las lágrimas de los niños, y en ciertas ocasiones,
limpiando sus caritas sucias.
El delantal servía para transportar desde el gallinero los huevos,
los pollitos que necesitaban terapia intensiva, y a veces los huevos golpeados
que terminaban en la hornalla.
Cuando llegaban visitas, el delantal de la abuela servía de refugio a
los niños tímidos, y cuando hacía frío, la abuela se envolvía los
brazos en él.
Aquel viejo delantal, agitado sobre el fuego, oficiaba de fuelle. Y
él era el que cargaba con las papas y la leña hasta la cocina.
Servía también de canasto para llevar las verduras desde la huerta.
Después de usarse en la cosecha de las arvejas, le tocaba el turno
con los repollos.
Con él se recogían los frutos que caían de los árboles al terminar el
verano.
Cuando alguien llegaba inesperadamente, era sorprendente la rapidez
con que el viejo delantal podía sacar el polvo de los muebles.
Cuando se acercaba la hora de comer, la abuela salía a la puerta y
agitaba el delantal, y entonces los hombres que estaban en los campos
comprendían de inmediato que el almuerzo estaba listo.
La abuela también lo usaba para colocar en la ventana la torta recién
sacada del horno, para que se enfriara.
Actualmente, por el contrario, la nieta coloca la tarta en el mismo lugar,
pero para que se descongele.
Pasarán largos años antes de que alguien invente un objeto que pueda
reemplazar aquel viejo delantal que tantas funciones cumplía…

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domingo, 25 de septiembre de 2011

El Jardín de las Flores Olvidadas

Tras un fin de semana viajero, pongo el cuento de cada domingo.
Que os haga soñar.
Feliz semana y que el otoño sea estación de aromas y colores que inviten a la serena reflexión y a la paz.
Un abrazo.

Porque hay flores a las que todo el mundo recuerda: la rosa de los vientos o los jazmines en el ojal, pero hay otras de las que nadie tiene noticia, la diosa Flora creó el Jardín de las Flores Olvidadas, un rincón mágico y secreto al que irían a parar todas aquéllas que alguna vez fueron importantes para alguien. Un día, una niña se extravió y fue a parar a él. Vagó por sus parterres y frondas, y justo cuando vislumbraba la salida, sus ojos se encontraron con una lavanda. La acarició y se hicieron cómplices. Despertó teniendo la certeza de que su descubrimiento había sido real. Siempre la recordó y buscó. Creyó que nunca la hallaría, ¿cómo había de poder mantenerse fragante? Otra noche, siendo ya anciana, llegó a su rutina el dueño de los ojos que, un lejano atardecer, le robaron el corazón. Portaba una flor. Y entonces, su alma se llenó de luz, sabedora de que volvía a aquel jardín. Al tiempo que su cuerpo descansaba, al fin, en paz, la muerte no pudo borrar la felicidad de su rostro ni tampoco la frescura de la lavanda a la que se aferraban sus huesudos dedos.

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viernes, 23 de septiembre de 2011

¡¡Tiflohomero cumple años!!

Pues sí, este niño que es Tiflohomero va creciendo. Son ya cuatro años los que hoy cumple. Cuatro años intensos en los que ha ido nutriéndose con imágenes, música, cultura, reflexiones y relatos de su creador.
La aventura que se inició entonces, en 2007, llega hasta hoy con madurez y orgullo de lo logrado, no sólo por lo que ha ido aportando, sino por el hecho esencial de que ha servido para mostrar que con empeño y tenacidad se puede ir hacia delante.
Y no es que haya sido fácil, porque no siempre uno sabe qué alimento darle y, a veces, hay obstáculos que salen al encuentro.
Pero aquí está, con sus 909 entradas y sus 37 seguidores, vosotros y vosotras que sois quienes le dais aliento y vida. Gracias por estar siempre ahí, sois esenciales y todo un lujo para él y para su creador.
Cuando se habla de que los blogs están ya obsoletos o que las tendencias han cambiado, yo quiero seguir aquí, esforzándome porque lo que Tiflohomero ponga en sus entradas resulte, enriquecedor para quienes os fijáis en él.
¡¡Felicidades Tiflohomero!!

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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Va de epitafios

Permitidme que comparta hoy aquí una anécdota divertida protagonizada por el autor de "La venganza de don Mendo", Pedro Muñoz Seca.

Era don Pedro Muñoz Seca autor prolífico de obras de teatro algo banales - excepto su celebradísima y celebérrima comedia "La venganza de don Mendo", versificador zumbón y divertido, y hombre de excelente sentido del humor, aguda pluma y ágil verbo.
Vivía desde sus tiempos de estudiante, en una casa de Madrid, donde atendían la portería un encantador matrimonio al que profesaba auténtico afecto. Falleció la mujer, y a los pocos días el marido, más de pena que de enfermedad pues era un matrimonio profundamente enamorado.
El hijo de los porteros se dirigió a don Pedro, muy afectado tras su muerte, y le pidió que redactara un epitafio para honrar su memoria. Del corazón del comediógrafo surgieron estos versos:
"Fue tan grande su bondad,
Tal su generosidad
Y la virtud de los dos
Que están, con seguridad,
En el cielo, junto a Dios."
Corría mil novecientos veintitantos, y en aquella época, era preceptivo que la Curia diocesana aprobara el texto de los epitafios que habían de adornar los enterramientos. Así que don Pedro recibió una carta del Obispado de Madrid reconviniéndole a modificar el verso, puesto que nadie, ni siquiera el propio Obispo de la diócesis o el Santo Padre, incluso, podía afirmar de un modo tan categórico que unos fieles hubieran ascendido al cielo sin más.
Don Pedro rehizo el verso y lo remitió a la Curia, del modo siguiente:
"Fueron muy juntos los dos,
El uno del otro en pos,
Donde va siempre el que muere,
Pero no están junto a Dios
Porque el Obispo no quiere."
Nueva carta de la Curia. El Obispo, tras recriminar al autor lo que cree – con toda la razón del mundo – una burla y un choteo de Muñoz Seca le exige una rectificación ya que no es el Obispo el que no quiere, pues ni siquiera es voluntad de Dios, que no decide nuestro futuro sino que es nuestro libre albedrío el que nos lleva al cielo o no.
Así que don Pedro remata la faena, escribiendo un verso que jamás se colocó en enterramiento alguno porque la Curia jamás le contestó:
"Vagando sus almas van,
Por el éter, débilmente,
Sin saber que es lo que harán,
Porque, desgraciadamente,
Ni Dios sabe dónde están."

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martes, 20 de septiembre de 2011

Abarloar

Permitidme que dé inicio a esta nueva etiqueta en la que iremos repasando palabras poco usuales con un término marinero: abarloar.

El diccionario lo define como un verbo transitivo que indica la acción de situar una embarcación de costado, muypegada al muelle o en contacto con otro barco.
Son sinónimos: acercar, aproximar, arrimar, juntar, atracar.
Mientras que antónimos serían: separar, alejar, distanciar.

El capitán maniobró su barco para abarloarlo en el muelle y dar por finalizada la travesía. Pasajeros y tripulación se alegraron. Por fin llegaban a puerto. ¿Habría quienes les aguardasen?

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domingo, 18 de septiembre de 2011

La receta

Tras el parón estival, retomamos mi costumbre de enviaros un cuentecillo cada domingo con el ánimo de endulzaros el comienzo de semana.
Espero no haber perdido la costumbre y que siga haciéndoos sonreír.
Mucho ánimo y que estéis bien.

La única alternnativa que le había quedado a María Ignacia para no enloquecer tras las secuelas de la guerra era el cultivo de las flores. Cierto era que no serían aquéllas que antes del conflicto recibía de tantos y tantos admiradores: gardenias, orquídeas, calas, etc. Serían sencillas margaritas, geranios e incluso algún rosal o jazmín.
Poco a poco transformó la trasera de la humilde casa, a la que había ido a vivir en busca de refugio, en un pequeño vergel, un terreno que, de yermo y estéril, habíalo mudado en frondoso.
María Ignacia, quien ya de niña despuntara como ágil acróbata en la caravana circense en la que nació, por mor de que sus padres integraban la compañía de circo Sonrisas y Sueños, con los años llegaría a ser considerada como la estrella principal por sus acrobacias, su gracia y simpatía. Su habilidad para estremecer a los espectadores, la habían convertido en una joven admirada que siempre recibía de su público, deseoso de conquistarla, los más sinceros piropos halagadores y los más suntuosos regalos.
Pero todo aquello, los galanteos, los pretendientes, el lujo, los grandes hoteles y las cenas exóticas dejaron paso al miedo de las balas, al dolor de las pérdidas y al agujero del hambre.
La contienda fratricida todo lo devastó, mas no a María Ignacia, cuyo carácter tenaz le impidió sucumbir a la destrucción de su mundo.
Conoció a un ser desamparado que de librero mudó en soldado y de soldado en inválido. Éste conservaba, no obstante, la casa de pueblo en la que nació y a ella invitó a la otrora afamada acróbata.
Para allá que se fueron. Total, a María Ignacia nada le quedaba y a Ramiro le vivificaba el natural bondadoso de aquélla.
Al principio, a la estrella de circo, le costó acostumbrarse a una nueva existencia sin los nervios de las actuaciones, ni la vorágine de cada noche, ni la algarabía de la troupe. En cambio, la soledad, el sosiego, la generosidad auténtica de quienes apenas nada tenían y todo lo daban, la vida en el campo la fueron ganando.
Su cuerpo se fue adaptando al nuevo entorno, el color de su piel se tornó dorado frente a su antigua palidez, las ropas antes hechas de lentejuelas y muselinas dejaron paso al pardo de sayas y toquillas, y las regias noches de éxito cedieron turno a la austeridad nunca imaginada.
Se fue sintiendo cada vez más a gusto, notaba que la iban aceptando, que se hacía hueco. Su ánimo se dulcificó, por fin otra vez. La tristeza y la pena fueron mitigándose para dejar paso a una felicidad serena, reposada.
Ramiro recuperó su taller de librero. María Ignacia le ayudaba allá donde él no podía desenvolverse, siendo sus manos, esas manos que él perdiera arrancadas por la metralla.
Y el tiempo volvió a ser amable, esperanzador. ¿Cuál fue la receta que la ayudó para que así lo fuera? El amor por un hombre abandonado y los cuidados de su jardín. Cada vez que abrazaba a su marido o acariciaba los pétalos de sus flores, mimando siempre a unas y a otro, volvía a sentirse plena.
Ya nunca volvió a experimentar el vértigo de lo que podría sucederle si no lograba caer de pie sobre el alambre o si no daba las suficientes piruetas. Pero sí alcanzó una cima que,quizá no habría podido coronar en su anterior vida: la de sentirse querida, no por su atractivo o por su arte, sino por ella misma, por su corazón de mujer generosa y entregada.

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viernes, 16 de septiembre de 2011

Visito exposición Madre Teresa de Calcuta

Días atrás, mi primo Alejandro,en su blog Creyentes y responsables aludía a una exposición muy recomendable y atractiva. Os pongo el enlace de su noticia

http://blogs.periodistadigital.com/creyentes-y-responsables.php/2011/09/11/vale-la-pena-y-es-urgente-porque-se-acab


A mí, al leerla me picó el gusanillo y me apetecía ir, quise estar cerca de la Madre Teresa de Calcuta.

No obstante, enseguida me entraron algunas dudas: ¿para qué ir si no la vería? ¿Cómo la iba a disfrutar si, sin duda, no sería accesible? Seguro que eran fotografías y cosas encerradas tras la inevitable vitrina.

Pero, en fin, pudo más el afán por hacerme presente y no privarme de ella. Además, tal vez, a la Madre Teresa, ella siempre deseosa de hacer el bien, le gustase que un ciego la fuese a visitar y me ayudaría.

Se lo comenté a mi amiga Elena, sabedor de que a ella también le interesaría y porque yendo juntos, el camino de las dificultades se allana.

Así que esta tarde, ni cortos ni perezosos, nos hemos dirigido al lugar de la exposición. Pensé que nos costaría más encontrarlo pero elena y la ayuda de dos trabajadoras de Caja Duero que, casualmente, iban por cerca de la calle en cuestión, han hecho que llegáramos en un periquete.

A la entrada, una amabilísima señora se ha ofrecido para enseñárnosla. Nos hemos cogido de su brazo y nos ha ido relatando la vida de la beata: sus años de niñez en Albania, su vocación por ayudar al prójimo, su estancia en el colegio de Loreto y la llamada de Jesús para que ayudase a los pobres.

En un punto determinado nos ha explicado que se podían contemplar los muebles de la habitación donde dormía. Es más, nos ha hecho sentir privilegiados porque ha retirado el cordón de seguridad y hemos podido tocarlos. Ha sido muy emocionante sentir como era la humilde cama donde dormía, el pequeño armarito en el que guardaba sus pequeñas pertenencias y el escritorio donde escribía cartas y atendía el teléfono, teléfonos mejor dicho porque eran dos los que utilizaba para estar siempre disponible.

Con emoción, tras esa experiencia, hemos seguido recorriendo las distintas salas hasta llegar a una parte que representa cómo oraba, con una escultura suya en posición postrada (también la hemos podido tocar) y en la que, en una bandeja se encontraban depositadas unas tarjetas con frases dichas por la madre. Tanto elena como yo hemos cogido una puramente al azar. Es como si ella nos hubiera dedicado su pensamiento y bondad.

Lástima ha sido que, por nuestro desconocimiento del inglés, no hayamos podido ver el documental que recoge su voz e imágenes.

Pero os aseguro que ha merecido enormemente la pena. Os animo a que vayáis a verla, la han prorrogado un mes más.

Me he venido con el alma reconfortada y el ánimo renovado con un deseo: el de seguir su consejo: “sonreídle al mundo porque cuando sonreís, Dios sonríe también.”

Gracias emocionadas a la señora que nos ha ayudado,que ha sido luz para mí, que nos ha obsequiado con símbolos de la Madre Teresa para recordarla y gracias a Elena por haber querido acompañarme.

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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Jericó

Inauguro esta nueva etiqueta, en la que iremos reseñando ciudades destacables, comenzando por la más antigua que se conoce: Jericó. Es cierto, oy no es una gran urbe, ni nada por el estilo, pero debe recordarse por su significado.

La ciudad más baja del mundo, rodeada de campos cultivados y estanques de agua, tan azules como piedras preciosas engarzadas, en una joya. El manantial que ha convertido Jericó en un oasis, Ein-al-Sultan, esta relacionado con el profeta Eliseo, quien purificó el agua con sal a pedido de los habitantes de Jericó, como se dice en II Reyes .
Fue la primera ciudad sitiada y destruida, cuando los Israelitas comenzaron la conquista de la tierra Prometida, relatada por el Libro de Josué.
Fue reconstruida dos veces más, es cierto que no en el mismo lugar. La primera de ellas fue la “Jericó Hedoriana”, cuya vida fue corta, pues conoció su esplendor durante el período Asmoneo y Herodiano y fue destruida aproximadamente en el año 70 d.C. Esta segunda Jericó fue la que conoció Jesucristo en su vida terrena.
“Las últimas exploraciones arqueológicas han puesto al descubierto un vasto complejo de canalizaciones para el agua de las alejadas fuentes (...) y los restos de los cinco acueductos que repartían por toda la ciudad a una y a otra parte del valle.
El Eclesiastés nos habla de los rosales en Jericó y por los historiadores Estrobón, Plinio y Josefo sabemos que Jericó fue un gran centro comercial, productor y exportador de sustancias medicinales y aromáticas, particularmente bálsamo. Y fuentes talmúdicas añaden que existía en la ciudad una importante comunidad judía y gran número de sacerdotes.
La tercera Jericó nació durante el período bizantino.
Jericó es la ciudad más baja de la tierra, a 370 metros bajo el nivel del mar y es la más antigua de las poblaciones actuales mencionadas en la Sagrada Biblia, y de las que se tiene noticia. Sin embargo, no se encuentra en el mismo lugar geográfico de aquella que fue destruida por el Pueblo hebreo, cuando Josué inició la conquista de aquella tierra que Dios les había prometido a los patriarcas y a Moisés.
En el Antiguo Testamento se la denomina también: La ciudad de las Palmeras.
La ciudad era “una etapa obligada antes de emprender la travesía del desierto hacia Jerusalén. Entonces no había otro camino desde esa parte del Jordán. Y era el mismo caso para la vuelta.
“Teniendo en cuenta el peligro que suponía para los Galileos atravesar la Samaría cuando subían a Jerusalén, organizaban sus viajes por el Valle del Jordán a través de la Perea. De esta forma desde Jericó se iniciaba realmente la “subida a Jerusalén”.
“Los terremotos fueron la causa principal de que la población fuera abandonando la Jericó Herodiana y se refugiara aquí a lo largo del período Bizantino.
En la actualidad, Jericó tiene 6.000 habitantes, en su mayoría son musulmanes.
“Debido al clima tropical del verano y muy suave en invierno, se produce gran variedad de frutos, del naranjo a la papaya, que constituyen la riqueza de Jericó.
Cuenta con una Iglesia perteneciente a la Custodia de Tierra Santa, dedicada a "Cristo, el Buen Pastor". Vecino a la Iglesia se encuentra la Escuela Franciscana, a la que asisten un 90 % de estudiantes musulmanes.

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lunes, 12 de septiembre de 2011

Lisboa a ciegas: toda una aventura

Hacía mención ayer, en mi rentré, al Cabo do Roca, en Portugal, y es que entre el jueves y domingo pasados pude conocer siquiera mínimamente la capital lusa y además hacerlo de una manera diferente, toda una aventura:
Ir tres ciegos totales en avión solos, participar en excursiones para valorar la accesibilidad de los monumentos y degustar la gastronomía, y escuchar el fado, claro.
Paseamos por la avenida de La Libertad y la plaza del Rocío, la zona que albergó la expo de 1998 con el Oceanario, y pudimos subir a la Torre de Belén además de visitar el Monasterio de los Jerónimos, tocar aquí el sarcófago que alberga los restos del navegante Vasco da Gama y el Museo del Azulejo. Esto en Lisboa porque, además del citado Cabo do Roca (el punto más occidental de Europa), nos acercamos a las localidades de Sintra, con sus palacios, Cascais, con sus hoteles de lujo, y Estoril, con su famoso casino.
Fuimos preguntados acerca de la utilidad de los elementos de accesibilidad para personas ciegas: en el palacio de Montserrat, en Sintra, la coordinadora de sus obras de restauración, quiso ver cómo percibíamos las distintas texturas y la responsable de accesibilidad a los museos portugueses nos pidió opinión sobre la utilidad de lo poco que hay adaptado. Pudimos tocar una maqueta de la Torre de Belén y escuchar una audioguía dramatizada en el Museo del Azulejo con réplicas de las piezas más importantes. Nuestra opinión fue que debería de haber más maquetas por ser éstas la mejor forma de tener una visión de un determinado edificio y solicitamos que las audioguías que se hagan que se traduzcan a otros idiomas distintos al portugués para llegar a más usuarios.
He de decir que hay una agencia de viajes dedicada al turismo accesible pero que su oferta es limitada y el precio que cobra no es nada barato. Que se nos consideró como a personas con mala movilidad dándose el caso de no permitirnos el acceso al Palacio da Pena, en Sintra, y que rechazasen nuestra solicitud de participar en visitas guiadas normalizadas so pretexto de velar por nuestra seguridad. Hechos que resultan indignantes.
En cuanto al viaje en avión, no tuvimos ninguna dificultad, disponiendo en los aeropuertos de una empresa encargada de conducirnos hasta el asiento del avión y, desde éste, a un taxi.
Echamos de menos haber podido patear más la ciudad, percibir mejor sus plazas y calles,su pavimento… pero aún así algo hicimos.
Hubo anécdotas, cómo no: una señora que dice a sus hijos en castellano (sin saber que la entendíamos): “que vienen, apartaos” a lo que nosotros respondimos: “sí, sí; ya vamos (con una buena dosis de humor negro)”, tocando la textura de unas piezas de cerámica, yo apunto (con no poca ironía): “tocad, tocad esta pieza antigua, antiquísima” (resulta que se trataba del radiador), una señora que nos dice. “¿puedo hablarles en español?” a lo que nosotros respondemos: “no sólo puede, sino que debe hacerlo” o ese empeño nuestro por subir a lo más alto de la Torre de Belén a través de una angosta y empinada escalera de caracol para darnos el capricho de hacernos la ilusión de disfrutar de una vista única de la ciudad; y es que estos ciegos tienen cada cosa…
El bacalao, en alguna de sus variadas preparaciones, los traveseiros de Sintra (dulces rellenos de crema, los exquisitos pasteles de Belén o la xinxa, licor de agradable sabor fueron las delicias que pudimos descubrir.
Y, cómo no, la música de fados a
Través de una cena-espectáculo demasiado orientada a turistas que habría sido mejor sustituir por un lugar más auténtico en el barrio del Alfama.
En definitiva, lo dicho: un viaje diferente que nos ha permitido conocer un nuevo lugar pero que nos ha mostrado las grandes carencias que existen a la hora de que una persona ciega viaje de forma autónoma. Y, sin embargo, allí estuvimos tratando de disfrutar sin perder el humor como vacuna contra la frustración y la rabia.
Pero lo más importante: que cuando hay complicidad y armonía, uno puede ir al fin del mundo (con permiso del idioma) y poder contar que estuvimos allí.
Hasta un próximo periplo.

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domingo, 11 de septiembre de 2011

Comenzando nuevo curso

El pasado 21 de agosto, me despedía hasta hoy, día en que se cumplen diez años de que el mundo cambiara. Los días de vacaciones han pasado deprisa y un nuevo curso da comienzo para Tifloomero y su creador.
Un verano cargado de experiencias y momentos compartidos con viajes a Estambul y Lisboa, participación en la Jornada Mundial de la Juventud y con la compañía de familia y maravillosas personas que me regalan cada día su amistad.
Y ahora, hoy, con el recuerdo de quienes fueron víctimas aquel otro 11 de septiembre y con el orgullo de haber sido protagonista de retos superados, es hora de volver a la rutina y marcar objetivos nuevos que sean motivo de crecimiento y estímulo.
Anteayer, cuando dejé vagar mi mirada hacia el horizonte desde Cabo do Roca, el lugar más occidental de Europa, quise creer que.. lograría superarme, seguir yendo hacia delante y que lo haría, siempre que contase con vuestras manos amigas, con vuestro aliento.
¿Querréis que siga compartiendo cuentos y vivencias con vosotros? Me planteo la edición de un libro en papel que los recopile. ¡Todo un sueño!
¿Querréis acompañarme en mis viajes? Aspiraré a abrir nuevos caminos para que quien los transiten, detrás de mí, lo tenga más fácil.
¿Querréis aprender junto a mí? En Tiflohomero daré comienzo a entradas con dos etiquetas nuevas: vocabulario con palabras poco usuales y reseña de ciudades en un periplo por los cinco continentes.
¿Querréis ayudarme a asistir a eventos culturales en condiciones de normalidad? Trataré de participar pero, para ello, necesitaré que me recomendéis los que creáis más destacables.
¿Querréis ayudarme a conocer nuevas personas que me demuestren que vale la pena escuchar y aceptar a quien es diferente?
Y procuraré seguir aprendiendo de quienes me regaláis tanta confianza, de captar la esencia de cuanto me salga al encuentro y de disfrutar, con intensidad, de tantos pequeños momentos con que la vida me sorprende cada día.
Y yo qué sé. Soñaré con que lo poco que voy logrando sirve para dar un poquito de luz a quienes me rodean.
No faltéis ninguno. ¿Sois esenciales para mí!

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